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James Robertson, un dirigente fundador de la Spartacist League/U.S., y por muchos años su Presidente Nacional, murió en su hogar en el norte de California el 7 de abril de 2019, a los 90 años de edad. Miembro del movimiento obrero por más de 70 años, el camarada Robertson siguió siendo un componente esencial de la dirigencia de la SL/U.S. y la Liga Comunista Internacional hasta las últimas semanas de su vida. Le sobreviven su esposa y camarada Martha; sus dos hijos, Douglas y Kenneth; dos hijastras, Rachel y Sarah; y sus nietos.

Históricamente, los partidos marxistas revolucionarios no han sobrevivido a sus líderes fundadores con su programa y su propósito intactos. El objetivo del camarada Robertson fue hacer su mejor esfuerzo para revertir ese veredicto. En lo que fue el último gran combate político de su vida, Jim fue clave en la lucha por corregir una vieja perversión del leninismo sobre la cuestión nacional al seno de la LCI, particularmente en lo que respecta a estados multinacionales relativamente avanzados. De esa lucha surgió una nueva generación de dirigentes que se convirtieron en un componente clave del Comité Ejecutivo Internacional de la LCI, junto con cuadros experimentados que son decisivos para conservar los delgados hilos de nuestra continuidad revolucionaria.

Hablando en una reunión conmemorativa con camaradas y simpatizantes después de la muerte de Jim, la actual Presidenta Nacional de la SL/U.S. señaló que la continuidad revolucionaria “es principalmente programática, pero también es personal, pues el programa está encarnado en seres humanos”. En clases internas e incontables discusiones informales, Jim dio un sentido vívido de su historia política y de las luchas fraccionales que fueron clave para permitirle hallar el camino al programa del Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky. Esta historia lo llevó del Partido Comunista (PC) al Workers Party/Independent Socialist League (WP/ISL, Partido Obrero/Liga Socialista Independiente) de Max Shachtman, de ahí al Socialist Workers Party (SWP, Partido Obrero Socialista) de James P. Cannon y finalmente a convertirse en un líder central de la Revolutionary Tendency (RT, Tendencia Revolucionaria). Expulsados del SWP en 1963-1964, los cuadros de la RT procedieron a fundar la Spartacist League/U.S.

Posteriormente, Jim comentaría que lo que aprendió, y lo que tuvo que aprender, en el curso de las batallas fraccionales que libró fue que la “cuestión rusa” es el criterio definitorio del marxismo revolucionario en la era imperialista. Esta cuestión abarca tanto el entendimiento del Partido Bolchevique que dirigió a la clase obrera a la conquista del poder en la Revolución Rusa de 1917 como la necesidad de defender las conquistas de esa revolución pese a la degeneración estalinista de la Unión Soviética.

Desde los primeros días de la SL/U.S., este entendimiento programático fue central en nuestra intervención en el movimiento contra la Guerra de Vietnam. Contra la consigna socialpatriota de “Traer a nuestros muchachos a casa”, nosotros luchamos por la derrota del imperialismo estadounidense y levantamos el llamado: “¡Toda Indochina debe hacerse comunista!”. En un cablegrama dirigido a Ho Chi Minh del 7 de febrero de 1965, el día en que Estados Unidos empezó a bombardear Vietnam del Norte, declaramos: “Lucha heroica de trabajadores vietnamitas impulsa revolución estadounidense” (publicado en Spartacist [Edición en inglés] No. 4, mayo-junio de 1965). En la década de 1980, en el punto más álgido de la Segunda Guerra Fría del imperialismo contra la Unión Soviética, nos destacamos por nuestro tajante defensismo soviético, llamando por “¡Viva Ejército Rojo en Afganistán! ¡Extender las conquistas sociales de la Revolución de Octubre a los pueblos afganos!”, y exigimos “Alto a la contrarrevolución de Solidarność” en Polonia.

El camarada Robertson concibió algunas de nuestras más poderosas y tajantes consignas, propaganda y acciones. Fue un arquitecto central de la movilización más grande y significativa en la historia de nuestra tendencia internacional, cuando en 1989 intervinimos en la incipiente revolución política proletaria en el estado obrero deformado de Alemania Oriental (RDA). Cuando masas de obreros, soldados, estudiantes y otros marchaban con pancartas que decían “Por los ideales comunistas” y “No a los privilegios”, levantamos el llamado por una “Alemania roja soviética” mediante la revolución socialista en Alemania Occidental y una revolución política proletaria que derrocara a los falsos líderes estalinistas de la RDA.

Estábamos en una batalla política, si bien marcada por la desproporción de fuerzas, con el abdicante régimen estalinista por el futuro de la RDA. Fuimos derrotados cuando el premier soviético Mijaíl Gorbachov dio luz verde para la reunificación capitalista de Alemania. ¡Pero luchamos con todo lo que teníamos! Jim posteriormente trazaría una analogía con la intervención de Lenin en una sesión del Primer Congreso Panruso de los Soviets en junio de 1917. Cuando un líder menchevique declaró que no había en Rusia ningún partido dispuesto a asumir el poder, Lenin gritó: “Ese partido existe”. El camarada Robertson comentó: “Eso éramos nosotros en la RDA en 1989-1990. No creo que debamos minimizarlo o negarlo simplemente porque fuimos derrotados. Vamos a ser derrotados muchas veces”.

La contrarrevolución, que había engullido a los estados obreros deformados de Europa Oriental y Central, destruyó la Unión Soviética en 1991-1992. Reconociendo el devastador impacto de esta derrota sobre las luchas y la conciencia de la clase obrera, Jim subrayó:

“Ahora nos encontramos en un bache inusualmente profundo, y las experiencias que tenemos inmediatamente disponibles no son muy buenas. Así que debemos basarnos en gran medida en las experiencias del movimiento obrero cuando éste podía ver más lejos: de 1918 a 1921”.

Nuestra revista teórica en cuatro idiomas, Spartacist, ha sido un vehículo central para conservar vivas esas experiencias, encarnadas en los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista. Jim, quien fuera el editor fundador y un componente crucial del comité editorial de la edición en inglés hasta su muerte, siempre enfatizó que no se trataba de transmitir sabiduría revelada, sino de evaluar críticamente. Le producían particular satisfacción nuestros artículos “¡Abajo los puestos ejecutivos del estado capitalista!” (Spartacist No. 36, noviembre de 2009) y “Por qué rechazamos la consigna por una ‘asamblea constituyente’” (Spartacist No. 38, diciembre de 2013). Habiendo desempeñado un papel clave al motivar ambos artículos, Jim los consideraba extensiones esenciales de las obras de Lenin El estado y la revolución y La revolución proletaria y el renegado Kautsky.

California, calvinismo y comunismo

Nacido en Berkeley en 1928, Jim fue un hijo de la Gran Depresión, y con frecuencia recordaba la absoluta miseria de la época. También recordaba el impacto de la huelga marítima de 1936-1937 en la Costa Oeste desde la perspectiva de un niño pequeño que veía pasar flotando en la Bahía de San Francisco los desperdicios de los barcos en huelga.

Unos 80 años después, Jim fue un impulsor clave de nuestro folleto “Then and Now” [Entonces y ahora], que contrasta las victorias de las tres huelgas libradas durante la Depresión, que afectaron ciudades enteras —la huelga de los estibadores de San Francisco, la de los camioneros de Minneapolis y la de los obreros automotrices de Toledo—, con el actual estado de devastación continua que sufre el movimiento sindical. Buscando armar a una nueva generación de militantes obreros, el folleto subraya que la diferencia crucial es que las huelgas de 1934 fueron dirigidas por “rojos” comprometidos a movilizar el poder de clase de los obreros, en contraste con los actuales falsos líderes sindicales que están comprometidos con los intereses y las ganancias del imperialismo estadounidense. En el combate por implantar una perspectiva de lucha de clases entre los obreros, Jim mostraba un agudo entendimiento de la relación entre el partido leninista y el proletariado: los sindicatos significan la unidad de los obreros mientras que el partido significa la escisión, es decir, la lucha por forjar la vanguardia proletaria al ganar a los obreros con más conciencia de clase.

La familia de Jim era, por todos lados, firmemente presbiteriana. Las lecciones inculcadas por su crianza calvinista siguieron definiéndolo, aun después de volverse ateo durante su adolescencia. Siempre mantuvo un compromiso con el conocimiento y la probidad, así como un profundo entendimiento de las cuestiones monetarias. La batalla contra la ignorancia, la superstición y el carácter totalmente reaccionario de la Iglesia Católica también lo inspiró a simpatizar en su juventud con los republicanos en la Guerra Civil Española contra las fuerzas de Franco alineadas con el fascismo. Un polímata con un amplio espectro de intereses, Jim fue un ávido buzo y reunió una impresionante colección de monedas británicas; tenía un interés ferviente por la historia romana y mediterránea, incluyendo la transición de la antigüedad al feudalismo.

La Guerra Civil Estadounidense y la lucha por la abolición de la esclavitud de los negros fue otra cuestión que Jim sintió vivamente desde joven. Aunque en su familia materna hubo esclavistas, su bisabuelo luchó en la Guerra Civil del lado de la Unión. En 1984, Jim fue la fuerza motriz que nos impulsó a derribar la bandera confederada del Centro Cívico de San Francisco. Como un homenaje a la inspiración de su bisabuelo, incluimos una foto de su lápida en nuestro artículo de Workers Vanguard, “We Tore Down the Flag of Slavery!” (¡Nosotros echamos abajo la bandera de la esclavitud!, WV No. 353, 27 de abril de 1984).

Criado sobre todo en el Área de la Bahía y el Valle Central, donde su madre enseñó en una serie de escuelas primarias de pequeños poblados, Jim continuó siendo un californiano durante el resto de su vida. Su idea de una buena comida estadounidense eran unas enchiladas de res con arroz y frijoles. Tenía una aguda apreciación de la opresión y la degradación brutales que sufrían los mexicanos que trabajaban los campos del Valle Central. También guardó un recuerdo vivo de la reclusión de estadounidenses de origen japonés en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando su madre enseñaba en una pequeña comunidad menonita, sus únicos amigos eran los niños japoneses-estadounidenses que compartían muchos de sus mismos intereses. La imagen de japoneses-estadounidenses recluidos en un redil en Merced, California, antes de ser enviados a los campos, se le quedó grabada indeleblemente en la conciencia.

En unos apuntes para sus memorias tomados por su esposa Elizabeth Robertson —cuya muerte de cáncer en 2005 fue un duro golpe para Jim—, habló del impacto de esas experiencias en la “incubación de una conciencia comunista”:

“Una pronunciada repulsa al racismo; la absurdamente simple idea de que los bienes materiales de la vida deben producirse y distribuirse de acuerdo a la necesidad y no a la rentabilidad de los dueños de la industria; un ateísmo duro surgido bastante directamente de haber sumergido a un calvinista inconscientemente convencido a un año de escuela católica, donde sacaba calificaciones altas en catecismo, antes de regresarlo a una escuela laica; y, con la única excepción del muy querido Franklin Delano Roosevelt (FDR), una desconfianza absoluta en el gobierno y las instituciones existentes”.

A finales de 1946, con 18 años de edad, Jim se afilió al Partido Comunista en Richmond, California. En esa época, compartía cabalmente la política estalinista pro FDR del “frente popular antifascista”.

Negro y rojo

Jim fue asignado a trabajar en la organización juvenil del PC, que en su mayoría estaba compuesta de jóvenes obreros negros, muchos de los cuales habían migrado del Sur para trabajar en los astilleros de Richmond durante la Segunda Guerra Mundial y para entonces habían sido despedidos. Como comentó alguna vez Jim, tras haberse desengañado de la idea de que el Norte era la “tierra prometida”, ahora estos obreros negros volteaban hacia la Unión Soviética. Las anécdotas de humillación y degradación racistas cotidianas a las que sus nuevos camaradas se veían sujetos profundizaron la conciencia de Jim sobre la centralidad de la opresión negra tanto en la cimentación del capitalismo estadounidense como en su mantenimiento.

Años después, a finales de los años cincuenta, el veterano líder del SWP Richard Fraser habría de ganar a Jim a su programa de integracionismo revolucionario, que se contrapone tanto a los esquemas de integracionismo liberal como al nacionalismo negro. Enraizado en una perspectiva centrada en el proletariado para luchar contra toda manifestación de opresión racial bajo el capitalismo, el integracionismo revolucionario se basa en el entendimiento de que la única vía hacia la liberación negra pasa por la destrucción de este racista orden capitalista mediante la revolución proletaria, y de que los obreros negros, como la capa más oprimida de la clase obrera pero también la más consciente y combativa, tendrán un papel dirigente en esa lucha.

Describiendo a Fraser como su “último maestro personal” en una reunión conmemorativa tras su muerte en 1988, Jim relató su impacto: “Yo estaba más que listo para encontrarme con la presentación y la fundamentación histórica que hacía el camarada Fraser de que uno puede lograr la abolición de las divisiones raciales en este país sólo mediante una revolución social profunda, generalizada, extensiva, que lleve al poder a la clase obrera”. Uno de los documentos fundacionales de la SL/U.S., “Black and Red—Class Struggle Road to Negro Freedom” (Negro y rojo: La vía clasista a la liberación de los negros, 1966) desarrolla el programa de Fraser del integracionismo revolucionario, incorporando las lecciones de nuestras primeras intervenciones en la lucha por la liberación negra. Esta perspectiva animó la movilización obrera y negra, iniciada por la SL, para detener al Klan en Washington, D.C., el 27 de noviembre de 1982, así como nuestras otras acciones antifascistas. La imagen de 5 mil negros, sindicalistas y otras potenciales víctimas del terror del Klan marchando victoriosamente por la ruta que el KKK pensaba recorrer en Washington, D.C., fue uno de nuestros momentos de más orgullo.

Durante sus dos años en el PC, Jim dio los primeros pasos en un estudio de toda una vida sobre las lecciones de la Revolución Rusa. La dirección local no alentaba la lectura de Lenin, así que Jim fue y compró un ejemplar de El estado y la revolución. Le impresionó la flagrante contradicción entre Lenin y la política de colaboración de clases del PC. Esto habría de amplificarse después por su conciencia de las crecientes desigualdades, entre ellas la del ingreso económico, en la Unión Soviética, las cuales refutaban la aseveración estalinista de que el país marchaba a paso firme rumbo al socialismo.

Cuando era estudiante de química en UC Berkeley, Jim conoció La revolución traicionada y otras obras de Trotsky a través de una joven pareja partidaria del Workers Party de Max Shachtman. Después recordaría con frecuencia que en el momento en que confesó ser un “trotsko” (lo cual describió como una experiencia equivalente a decirle a tus padres que eras gay en los años cincuenta), se le dijo que no era tan simple. Había dos partidos trotskistas: uno estaba “a favor de Rusia y contra Stalin” y el otro estaba “contra Rusia y contra Stalin”. Aunque Jim expresó su preferencia por el primero, le dijeron que estaba “pasado de moda” y lo dirigieron al partido de Shachtman. Ingresó a su organización juvenil en 1948.

Del PC al “Tercer Campo”

Shachtman, uno de los dirigentes fundadores del trotskismo estadounidense, se había escindido del SWP en 1940, tras haber repudiado la defensa de la Unión Soviética. Harían falta varios años para que las implicaciones pro imperialistas de esta deserción del trotskismo se manifestaran cabalmente. El descenso de la organización de Shachtman hacia un apoyo cada vez más abierto al imperialismo estadounidense comenzó poco después del ingreso de Jim, y habría de llevarlo a la oposición. En 1951, Shachtman propuso la idea de apoyar una guerra dirigida por Estados Unidos contra la Unión Soviética a condición de que tuviera algún tipo de fachada obrera. Poco después, Jim debatió contra Shachtman frente al local del Área de la Bahía.

Para eso hizo falta bastante valentía, y fue una señal temprana de la audacia y la intransigencia política de Jim. En el debate, usó el artículo de Shachtman de 1941 “Working-Class Policy in War and Peace” [La política obrera en la guerra y la paz]. En él Shachtman había vituperado con razón contra la “Política Militar Proletaria” del SWP —que llamaba por el control sindical del entrenamiento militar durante la Segunda Guerra Mundial— como una concesión al socialpatriotismo. La oposición a esa política sigue siendo un sello de nuestra organización internacional, codificada en nuestro Prometheus Research Series No. 2, “Documents on the ‘Proletarian Military Policy’” (Documentos sobre la “Política Militar Proletaria”, febrero de 1989).

Jim también obtuvo una buena educación en los clásicos del marxismo en la organización de Shachtman, a la que luego se referiría como un modelo para la educación de los nuevos camaradas en la SL. Desafortunadamente para Al Garber, que dirigía el programa educativo, el programa armó al estudiante para fustigar polémicamente el abyecto revisionismo del maestro. Garber había argumentado que el estalinismo podía haberse evitado si los bolcheviques hubieran convocado a nuevas elecciones en 1921, al final de la devastadora Guerra Civil, y le hubieran entregado el poder al partido que resultara vencedor. En un documento de 1954 titulado “Should the Bolsheviks Have Surrendered State Power?” [¿Debieron haber entregado el poder estatal los bolcheviques?], Jim argumentó que esto hubiera sido “una traición de primer orden al socialismo y hubiera asegurado la derrota” de la Revolución de Octubre. Garber gruñó que Jim estaría mejor en el SWP, a lo que Jim respondió que Garber estaría mejor en el Partido Socialista. Al cabo de unos pocos años, ambos terminaron precisamente en esas organizaciones.

La Revolución Húngara de 1956 tuvo un impacto tremendo, destruyendo la posición de los shachtmanistas de que la burocracia estalinista era una nueva clase dominante “colectivista burocrática”. Ante el levantamiento obrero, la burocracia del Partido Comunista de Hungría se polarizó y escindió. Una minoría considerable, incluyendo a un comandante militar importante y al jefe de la policía de Budapest, se puso del lado de los obreros. Esto confirmó el entendimiento de Trotsky de la burocracia como una casta inestable, una excrecencia parasitaria que reposa en la cima del estado obrero. Como Jim comentaría después en una presentación sobre los antecedentes de la Spartacist League: “Imagínense una revolución proletaria en un país capitalista donde un cuarto del Partido Republicano o de los tories se pase al lado de los obreros. ¡Eso es una fantasía! Todo lo que Trotsky había dicho era verdad”.

El mismo año de los sucesos de Hungría, el informe “secreto” de Jruschov sobre los crímenes de Stalin impulsó a cientos de estalinistas escandalizados y descontentos fuera del Partido Comunista, rompiendo la hegemonía del PC dentro de la izquierda. Por su parte, Shachtman se estaba preparando para liquidarse por completo en los “socialistas del Departamento de Estado” del decrépito Partido Socialista de Norman Thomas. Como uno de los líderes del Left Wing Caucus (Grupo de Izquierda) de la organización juvenil de Shachtman que se oponía a la liquidación, Jim volvió a debatir con Shachtman. Tras el debate, Shachtman escribió que era inútil tratar de salvar a Jim de “algo que tanto quiere y tanto necesita: la experiencia en una secta estéril e intolerante, llena de demagogia revolucionaria, como el SWP”.

Y ahí se dirigió Jim, ingresando al SWP en 1957. Siempre recordaría con afecto su colaboración con el veterano del SWP Murry Weiss, que fue clave en la fusión del partido con el Left Wing Caucus. Este reagrupamiento sentaría las bases para la fundación del grupo juvenil del SWP, la Young Socialist Alliance (YSA, Alianza Juvenil Socialista). El camarada Robertson y otros líderes del viejo Caucus como Shane Mage y Tim Wohlforth se convirtieron en dirigentes de la YSA. Aunque, en palabras de Jim, consideraban al SWP como una especie de sociedad conmemorativa de Trotsky, él creía “preferible estar en una asociación conmemorativa de Trotsky, honorable e irrelevante”, a quedarse con los shachtmanistas.

El SWP, la RT y la Revolución Cubana

Para el momento en que Jim ingresó, el SWP estaba ya bastante hueco, debido al impacto del estancamiento y la represión de la cacería de brujas de la Guerra Fría de los años cincuenta. Tras varios años en los que el SWP había tenido poco o nulo impacto en la sociedad, para gran parte de su dirección el programa trotskista se estaba volviendo cada vez más irrelevante. Buscando algo a lo cual aferrarse, el SWP lo halló en la Revolución Cubana dirigida por Fidel Castro, cuyas guerrillas pequeñoburguesas tomaron el poder en La Habana en 1959 y cuyo gobierno expropió a la burguesía cubana en 1960-1961. Jim solía recordar cómo el viejo líder del SWP Morris Stein se decía entusiasmado porque la Revolución Cubana era la mejor que le tocaría ver en la vida.

Al abrazar a Fidel Castro como un “marxista inconsciente”, la dirección del SWP desechó tanto la centralidad de la clase obrera como la necesidad de un partido leninista de vanguardia para dirigir la lucha del proletariado por el poder. En 1960, Shane Mage escribió un documento de oposición, “La Revolución Cubana y la teoría marxista”, que suscribieron también Robertson y Wohlforth. En una presentación de 2014 titulada “La RT en su concepción”, Jim comentó que, dado que todos ellos eran recién llegados al partido, no creía que su documento tendría mucho impacto. Pero también eran líderes de la organización juvenil del SWP, y en enero de 1961 la dirección del partido convocó a un pleno para discutir la cuestión cubana. Como recordaría Jim: “La idea era llamarnos al orden, ponernos un alto. Nos dieron duro. No nos retractamos. En cambio, convocamos una reunión fraccional” (Marxist Studies for Cadre Education No. 10, junio de 2018). Ése fue el principio de la Revolutionary Tendency dentro del SWP.

El entendimiento acabado de que Cuba se convirtió en un estado obrero deformado en 1960 con las nacionalizaciones generalizadas y la liquidación de la burguesía como clase aparece en un addéndum al prefacio a Cuadernos Marxistas No. 2, “Cuba y la teoría marxista”. Escrito por Jim en 1973, el prefacio enumera las circunstancias excepcionales que condujeron a ese resultado: la ausencia de la clase obrera como contendiente por el poder, la huida de la burguesía cubana, la oposición intransigente del gobierno de Eisenhower y la existencia de la Unión Soviética como contrapeso militar y económico al imperialismo estadounidense.

Este análisis de la Revolución Cubana proporcionó la clave para comprender el proceso por el cual revoluciones de fuerzas campesinas insurrectas dirigidas por estalinistas consiguieron aplastar el capitalismo y establecer estados obreros deformados tras la Segunda Guerra Mundial. Fue una contribución vital que reafirmó el trotskismo contra la desorientación y el impresionismo en que cayó la IV Internacional de la posguerra. Apoyándose en una “ortodoxia” estéril, la mayoría de los trotskistas insistieron inicialmente en que sin una revolución proletaria no podría haber un derrocamiento social del capitalismo. Después, tras la revolución basada en el campesinado en Yugoslavia y la subsiguiente ruptura de Tito con Stalin, muchos trotskistas saludaron como “camaradas” y “centristas de izquierda” a los estalinistas yugoslavos. Michel Pablo, quien había surgido como líder de la IV Internacional después de que los cuadros centrales en Europa fueran diezmados durante la guerra, generalizó su apoyo a los estalinistas yugoslavos en un curso revisionista amplio. Pablo argumentó que el establecimiento de estados obreros deformados en Europa Oriental y Central, muchos de los cuales fueron creados desde arriba por las fuerzas del Ejército Rojo, demostraba que los partidos estalinistas “retienen la posibilidad, en ciertas circunstancias, de esbozar una orientación revolucionaria”. Así, la necesidad misma de una internacional revolucionaria trotskista quedaba liquidada.

Aunque de manera parcial y limitada, el SWP de Cannon había luchado contra el revisionismo pablista y se había unido a otras organizaciones que reivindicaban la defensa del trotskismo en el Comité Internacional (CI). Pero la acogida del SWP a las guerrillas de Castro pavimentó el camino para su reunificación con los pablistas en 1963. La RT se opuso a este curso. Jim estaba particularmente orgulloso de haber escrito la siguiente sección de la resolución de la RT de 1963 “Hacia el renacimiento de la Cuarta Internacional”:

“La experiencia desde la Segunda Guerra Mundial ha demostrado que la guerra de guerrillas basada en los campesinos bajo una dirección pequeño-burguesa no puede llevar más allá de un régimen burocrático antiobrero. La creación de tales regímenes ha sido posible bajo las condiciones de decadencia del imperialismo, la desmoralización y desorientación causadas por la traición estalinista, y la ausencia de una dirección revolucionaria marxista de la clase obrera. La revolución colonial puede tener un signo inequívocamente progresista sólo bajo una tal dirección del proletariado revolucionario. Para los trotskistas el incorporar a su estrategia el revisionismo sobre la cuestión de la dirección proletaria en la revolución es una profunda negación del marxismo-leninismo, cualquiera que sea el beato deseo expresado al mismo tiempo de ‘construir partidos marxistas revolucionarios en los países coloniales’. Los marxistas deben oponerse resueltamente a cualquier aceptación aventurista de la vía al socialismo a través de la guerra de guerrillas campesina—análoga históricamente al programa táctico social-revolucionario contra el que luchó Lenin. Esta alternativa sería un curso suicida para los fines socialistas del movimiento, y quizá físicamente para los mismos aventureros”.

—Publicado en Cuadernos Marxistas No. 1 (1975)

En Estados Unidos, buscando ganar a los militantes negros al marxismo revolucionario, la RT luchó contra la criminal abstención del SWP en la creciente ala izquierda del movimiento por los derechos civiles. Un documento de julio de 1963 escrito por Robertson y Shirley Stoute, titulado “For Black Trotskyism” [Por el trotskismo negro], recordaba la admonición de Trotsky de que “si sucede que en el SWP no logramos encontrar el camino a esos sectores, entonces no valdremos nada”. En diciembre de 1963, la dirección del SWP expulsó a Robertson y otros cuatro líderes de la RT en lo que fueron las primeras expulsiones políticas en la historia de ese partido.

La obligación del internacionalismo revolucionario

Tras la muerte de Cannon en agosto de 1974, el camarada Robertson lo conmemoró en una presentación a una reunión nacional de la SL/U.S. ese mismo mes. Ahí habló de la capacidad única de Cannon, producto de su época y sus luchas políticas, de “ser el exitoso estratega y líder de una revolución proletaria en los Estados Unidos”. Jim señaló, sin embargo, que Cannon había evadido la responsabilidad internacional que le correspondía tras el asesinato de Trotsky:

“Cannon tuvo una falla perdurable. Se convirtió en la principal autoridad individual responsable por el movimiento trotskista mundial en agosto de 1940 y básicamente no hizo nada al respecto (aunque el SWP era internacionalista y dispuesto a empeñar esfuerzos y vidas). Creo que la razón fue muy simple: Cannon sintió que no era lo suficientemente capaz para ser un líder internacional del movimiento marxista; y tenía razón...

“Así que Cannon dio un paso atrás y nos cargó con el problema. Y nos lo hizo doblemente porque él era mucho mejor que nosotros; y cuando digo ‘él’ no sólo me refiero a Cannon personalmente, sino al grupo de trabajo conjunto que constituía el ‘régimen de Cannon’...

“Bueno, había un régimen cannonista, y funcionaba lo mejor que podía. Pero no aceptaron el desafío internacional que sin embargo era una obligación. En efecto, si sabes que no sabes nada, camina pacientemente, calladamente, de forma perseverante, lucha con la mayor paciencia y atención por conseguir colaboradores internacionales. Tenemos que ir de esa forma, y no replegarnos y esperar en el aislamiento nacional a que alguien dé un paso adelante y diga ‘yo puedo hacerlo’ para entonces decirle ‘muy bien, te daremos nuestra autoridad’. Tenemos que persistir, tenemos que intervenir”.

Spartacist No. 27, diciembre de 1996

Desde el principio, nuestros cuadros fundadores entendieron que nunca sobreviviríamos como organización revolucionaria en aislamiento nacional, sobre todo por las presiones que surgen al operar en el país imperialista más poderoso de la Tierra. Nos considerábamos en acuerdo programático con el Comité Internacional (hasta nuestro rompimiento definitivo con éste en 1967). En particular, la Socialist Labour League (Liga Obrera Socialista) británica de Gerry Healy había publicado documentos muy impresionantes y de apariencia muy ortodoxa en defensa del auténtico trotskismo. Al mismo tiempo la RT había tenido sus propias malas experiencias con las prácticas organizativas burocráticas de Healy, quien buscaba imponer la obediencia a sus dictados por la fuerza. En 1962, el lamebotas estadounidense de Healy, Wohlforth, había escindido a la RT, y después serviría de delator para nuestra expulsión por parte de la dirección del SWP.

También tuvimos una importante diferencia política con Healy respecto a Cuba. En lo que más tarde llamamos “pablismo invertido”, los healyistas respondieron a la acogida de la guerrilla pequeñoburguesa de Castro por parte del SWP negándose a reconocer que el capitalismo había sido derrocado en Cuba. Sin embargo, por lo que podía saberse de sus documentos escritos, teníamos un acuerdo programático significativo, y eso era crucial.

Una delegación espartaquista asistió a la Conferencia del CI de Londres de 1966, donde el camarada Robertson habló en nuestro nombre. Ahí discutió nuestras diferencias respecto a Cuba, señalando: “Si de veras la burguesía cubana está ‘débilitada’, como lo afirma el Comité Internacional, sólo se puede observar que debe estar cansada de haber nadado el largo trayecto a Miami, Florida”. Criticó la enorme exageración de la inminencia de la última “crisis del capitalismo” y argumentó que el CI no había “tenido mucho éxito” en su combate contra el revisionismo pablista. La respuesta de Healy fue inmediata. Acusando a Robertson de desprecio pequeñoburgués y chovinismo estadounidense por haber faltado supuestamente “sin permiso” a una sesión de la conferencia, le exigió que se disculpara. Jim se negó a confesar algo que no había hecho.

En la declaración final de la delegación espartaquista a la conferencia, Jim argumentó:

“Creemos que es una violación de la práctica leninista el exigir que un camarada afirme a sus camaradas algo en lo que no cree... La organización espartaquista ha sido objeto de una serie de ataques calumniosos, pese a nuestro acuerdo político básico con la necesidad de luchar contra el revisionismo. Esto es un intento de remplazar el centralismo democrático internacional para la sección estadounidense con un mecanismo no de conciencia y disciplina sino de miedo y obediencia”.

Un año después, la contradicción entre las prácticas organizativas de Healy y el programa que el CI profesaba se resolvió cuando éste adoptó la “Revolución Cultural” de Mao y la llamada “Revolución Árabe”, que estaba compuesta de regímenes nacionalistas despóticos en el Medio Oriente.

Forjando un colectivo de cuadros

Sin duda Healy creyó que, tras nuestra ruptura con él, simplemente languideceríamos hasta desaparecer. Pero no fue así. Desde el primer número de Spartacist (febrero-marzo de 1964), habíamos declarado nuestra intención de superar la disparidad entre nuestro tamaño y nuestra meta de forjar un partido leninista de vanguardia. Ello se lograría mediante el reagrupamiento revolucionario con elementos que se movieran a la izquierda en otras organizaciones que se reivindicaran marxistas y la conquista de partidarios individuales de entre la juventud radicalizada y los militantes del movimiento por los derechos civiles, así como tratando de intersecar sectores clave de la clase obrera.

Era un periodo de intenso fermento político y tumultuosas luchas sociales en Estados Unidos. La lucha por los derechos civiles había destrozado el consenso reaccionario de la Guerra Fría de los años cincuenta. La oposición al pacifismo liberal pro Partido Demócrata en torno a la dirección de Martin Luther King había generado una escisión de izquierda de jóvenes militantes negros. El impacto de la Revolución Cubana ahora se combinaba con la oposición cada vez mayor a la Guerra de Vietnam. La Nueva Izquierda crecía a saltos.

Aunque nuestras fuerzas eran pequeñas y, en los primeros años, algo amorfas, luchamos por intervenir hasta donde pudimos. Lo que el camarada Robertson aportó fueron las lecciones de la construcción de un partido leninista, especialmente el entrenamiento y desarrollo de cuadros, que él había aprendido en particular del trabajo y la historia de James P. Cannon. Jim entendió que creceríamos principalmente reclutando a individuos y grupos atraídos a nuestro programa y análisis expresados en nuestra propaganda, no mediante algún fraudulento “trabajo de masas”. Al mismo tiempo, Jim buscaba oportunidades en las que pudiéramos demostrar nuestro programa en la acción de manera ejemplar.

En 1964, cuando el barrio negro de Harlem estaba bajo sitio policiaco tras una serie de protestas masivas por el asesinato de un adolescente negro a manos de la policía, la SL inició el Harlem Solidarity Committee [Comité de Solidaridad con Harlem]. Su propósito era movilizar apoyo de la clase obrera para la población negra sitiada. La respuesta fue una manifestación de casi mil personas en el distrito de la costura de Nueva York. Dirigiéndose a la multitud, Jim denunció la campaña de la policía de acusar a los comunistas de inflamar las protestas en Harlem. Como afirmó desafiante: “Desafortunadamente, hoy no hay muchos rojos en Harlem, ¡pero los habrá!”.

En 1968, en el curso de una intensa lucha fraccional, Jim consiguió forjar un colectivo de cuadros con los camaradas que habían sido reclutados a la SL/U.S. en sus primeros años. Luego, tras una serie de reagrupamientos y fusiones, pudimos realizar nuestra perspectiva de ser un grupo combativo de propaganda con el establecimiento de Workers Vanguard y Women and Revolution. Fundamos una organización juvenil nacional, que a su vez proporcionó muchos camaradas jóvenes que posteriormente lucharían por una perspectiva clasista en sindicatos clave.

En unas notas para su propio obituario redactadas en 1990, Jim escribió: “Cerró la brecha entre la vieja izquierda de James P. Cannon y Max Shachtman, por un lado, y la Nueva Izquierda, por el otro, trayendo consigo en ese entonces a cientos que así no pasaron la vida en aventuras fútiles ni como yuppies”. Y, para el momento de nuestra III Conferencia Nacional de 1972, ya teníamos los cuadros, la capacidad lingüística y los recursos financieros para emprender sistemáticamente nuestra extensión internacional.

¡Reforjar la IV Internacional!

La tendencia espartaquista internacional se fundó formalmente en 1974 con la “Declaración para organizar una tendencia trotskista internacional” (DOTTI). Adoptada por la SL/U.S. y por la Spartacist League de Australia y Nueva Zelanda, así como por partidarios en Europa, la DOTTI afirmaba:

“La tendencia espartaquista internacional es precisamente eso, una tendencia en proceso de consolidación. Sin embargo, desde sus comienzos internacionales ha declarado su fidelidad persistente, que ya ha sido probada durante una década en confines nacionales, a los principios marxistas-leninistas y al programa trotskista: revolucionarios, internacionalistas y proletarios.

“La lucha por el renacimiento de la Cuarta Internacional promete ser difícil, larga, y sobre todo desigual”.

Desde nuestros inicios, Jim participó a menudo en las delegaciones internacionales que buscaban aprovechar oportunidades de reagrupamiento revolucionario principista. Personalmente enfocó sus esfuerzos en Gran Bretaña en particular, y vivió en Londres a mediados de los años setenta. Ahí colaboró en la redacción de nuestras “Tesis sobre Irlanda”, una extensión crítica del entendimiento leninista de la cuestión nacional, especialmente con respecto a los pueblos geográficamente interpenetrados. Jim también fue decisivo para ganar a una fracción opositora de la Workers Socialist League (Liga Socialista de los Trabajadores) de Alan Thornett, que incluía a varios miembros jóvenes irlandeses y turcos, y así sentó las bases para la fundación de la Spartacist League/Britain en 1978.

Para el momento de nuestra I Conferencia Internacional en 1979, teníamos secciones en Francia, Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos y Gran Bretaña. De los casi 300 delegados y observadores que habían formado parte de otras organizaciones, la mayoría venía de escisiones de izquierda del Secretariado Unificado pablista de Ernest Mandel. También había antiguos estalinistas pro Moscú y pro Beijing, trotskistas antirrevisionistas y antiguos tercercampistas, así como ex miembros de los Panteras Negras y de organizaciones radicales por los derechos de las mujeres y los gays.

Sin embargo, aunque habíamos ganado a muchos militantes jóvenes de grupos que se decían trotskistas, no habíamos conseguido ganar combatientes veteranos cuya experiencia pudiera ayudar a darle forma a una nueva generación. Y no es que no lo hayamos intentado. Nuestro esfuerzo más notable para encontrar, en palabras de Cannon, “los cuadros iniciadores de la nueva organización en la vieja” fue una larga experiencia fraternal con los camaradas del Revolutionary Workers Party (RWP, Partido Obrero Revolucionario) de Edmund Samarakkody en Sri Lanka. En 1960, Jim había escrito una carta al Comité Político del SWP protestando por su silencio público ante las traiciones del Lanka Sama Samaja Party (LSSP), que había firmado un pacto electoral frentepopulista con el nacionalista-burgués y chovinista cingalés Sri Lanka Freedom Party (SLFP, Partido de la Libertad de Sri Lanka). [Ver Spartacist No. 37, febrero de 2012.] En 1964, el LSSP se sumó al gobierno del SLFP, lo que llevó a Samarakkody a escindirse del LSSP. Ese mismo año, él y su camarada Meryl Fernando, ambos miembros del parlamento, votaron a favor de una moción de censura, un acto principista que causó la caída del gobierno de coalición.

Al trazar las perspectivas de reagrupamiento revolucionario, la DOTTI mencionaba específicamente al RWP de Samarakkody por haber “salido con su integridad intacta de la infinidad de traiciones perpetradas por el antiguo LSSP” con la complicidad del Secretariado Unificado (y el CI de Healy). En el curso de intercambios escritos y otras discusiones con el grupo de Samarakkody a partir de 1971, quedó claro que éste no había roto con el marco parlamentarista. Prueba de ello fue, entre otras cosas, el que Samarakkody repudiara su voto de 1964 contra el frente popular. Las relaciones parecían estancadas cuando en 1979 recibimos la propuesta de una fusión.

El camarada Robertson encabezó una delegación que viajó a Lanka para las discusiones. Como escribió recientemente otro camarada que participó en la delegación: “Aquellos diez días de intenso combate político fueron un despliegue de las capacidades de Jim como un líder político lúcido, combinando una firmeza programática de acero con un magistral sentido de la diplomacia. El viaje estuvo condicionado por muchos factores, pero especialmente por el bien conocido compromiso de Jim de extender nuestras fuerzas internacionalmente”. Durante nuestra Conferencia Internacional en 1979, Samarakkody dejó en claro que esperaba mantener su operación provincial en el margen izquierdo del frente popular de Sri Lanka y no permitiría que su organización se sometiera a los correctivos del centralismo democrático internacional. La fusión se vino abajo y Samarakkody hizo las maletas y partió antes de que la conferencia hubiera terminado.

Sin embargo, nos enteramos de que habíamos polarizado al RWP, y varios de sus camaradas más jóvenes fueron ganados a nuestra tendencia. Los había animado la insistencia de Jim en que la lucha contra el chovinismo cingalés por parte de la clase obrera de Sri Lanka “es una condición tan necesaria para el triunfo de la revolución como lo fue la lucha contra el chovinismo granruso por parte de los bolcheviques”. Como nuestra sección en Lanka, estos camaradas lucharon con gran determinación y valentía contra la cada vez más cruenta guerra del gobierno contra la población tamil. Internacionalmente, nuestras secciones organizaron o participaron en protestas con exiliados tamiles contra el terror en Sri Lanka.

Perdimos a esos camaradas sobre todo debido a nuestra incapacidad de comunicarnos en el idioma del otro. Pese a los esfuerzos concertados de nuestros camaradas en Sri Lanka y en Nueva York, nunca logramos romper la barrera entre el idioma cingalés y el inglés. En un documento posterior titulado “¡El internacionalismo es letra muerta si...!”, Jim escribió: “Sin la capacidad lingüística para construir puentes entre la gente del mundo, no solamente estamos perdidos, ni siquiera hemos empezado”. Poniéndose a sí mismo como “un patético ejemplo andante de este problema”, a pesar de haber estudiado español por años, algo de francés y de haber hecho un prolongado intento de aprender alemán, Jim terminaba con el lema: “¡Por un gobierno de soldadores y bilingües!”.

El mantenimiento y la PRL

La referencia de Jim a los “soldadores” no era en broma. A lo largo de su vida política, luchó contra la veneración que la sociedad burguesa rinde al “trabajo intelectual” y el desprecio con que trata a quienes trabajan con las manos. En parte, ello reflejaba su estudio de la química y su trabajo en esa disciplina. En sus comentarios durante una Conferencia Nacional de la SL/U.S. en 1994, contrapuso los “valores unitarios del comunismo” que buscan superar la división entre el trabajo mental y el manual, a la “dicotomía burguesa entre el que hace y el que piensa, el oficinista y el trabajador manual, el trabajo y el ocio, lo sucio y lo limpio, los subordinados y los privilegiados”.

Jim le dedicó su presentación (publicada bajo el título “Maintenance and the Communist Movement” [El mantenimiento y el movimiento comunista] en WV No. 605, 2 de septiembre de 1994) a Nina Hartley. Estrella porno y activista por la liberación sexual, Hartley, en palabras de Jim, “personifica la lucha contra un tipo paralelo de mezquindad e hipocresía, en su caso sexual, inherente al orden burgués”. Jim era un colaborador clave de Women and Revolution, que se publicó de 1971 a 1996. Women and Revolution no era sólo un instrumento para intervenir en el movimiento por la liberación de la mujer de los años setenta, sino también un medio para arrojar luz sobre cuestiones sociales que surgen del carácter fundamental de la opresión de la mujer, retomando asuntos como el origen del ser humano y la sociedad arcaica, así como el arte y la cultura.

Dentro del partido, Jim alentaba a las camaradas a convertirse en líderes de la organización. En parte, esto venía de su experiencia en el SWP, donde los funcionarios nacionales varones tenían secretarias. Si bien estas camaradas, cuadros extremadamente competentes y entregadas, compartían sus opiniones con los dirigentes nacionales, no hablaban en las reuniones del Comité Político. Como escribió una de nuestras primeras dirigentes: “Jim decía que no quería que yo fuera así; quería que las mujeres de nuestro partido buscaran autoridad por derecho propio”. Las direcciones de la SL/U.S. y la LCI siempre se han distinguido por las muchas mujeres marxistas que tienen entre sus cuadros.

En lo que respecta al estudio de los libros, a lo largo de su vida, Jim se dedicó a construir una biblioteca marxista y a compilar material de archivo que documentara la historia y experiencias del movimiento obrero, tanto en Estados Unidos como internacionalmente. Esto comenzó en sus años en la organización de Shachtman, y no fue fácil para un estudiante pobre en la era de la cacería de brujas macartista. Así, Jim se sintió entendiblemente orgulloso cuando Louis Sinclair, el bibliógrafo de las obras de Trotsky, encontró ejemplares de los que no estaba al tanto en la biblioteca de Jim durante una visita al Área de la Bahía en 1958.

Recordando el consejo de Lenin de que “sólo un idiota irremediable, del que no se hace caso, puede creer en las declaraciones verbales”, el documento de tareas y perspectivas adoptado por la IV Conferencia de la SL/U.S. en 1974 explicó la importancia del trabajo de archivo:

“Una de las tareas cruciales de la vanguardia del proletariado es la lucha por funcionar como la memoria de la clase obrera. Un componente importante de esta lucha por la continuidad es el reunir, propagar y asimilar críticamente, todo de manera sistemática, la historia documental primaria del movimiento obrero. Dado el paso del tiempo y la acumulación de distorsiones y vulgarizaciones, sólo la reconstrucción precisa y verificada de las realidades pasadas puede servir como brújula verdadera”.

La colección personal de Jim fue la base de la Prometheus Research Library (PRL, Biblioteca de Investigación Prometeo), una instalación de trabajo para estudios marxistas y otros relacionados, así como la biblioteca y archivo de referencia del Comité Central de la SL/U.S. Jim siguió siendo director de la PRL hasta su muerte.

Desde el origen de la PRL, Jim impulsó un ambicioso programa de publicaciones para divulgar materiales importantes y difíciles de encontrar de la historia del movimiento comunista. Nuestro primer boletín de la Prometheus Research Series (agosto de 1988) contiene la primera traducción completa y precisa de las “Tesis sobre la estructura, los métodos y la acción de los partidos comunistas”. Adoptado en 1921 por el III Congreso de la Internacional Comunista, este documento representa una codificación de la práctica organizativa comunista tal como la forjaron los bolcheviques y como se puso a prueba en la revolución obrera de 1917.

Dada la muy limitada experiencia editorial de la PRL en sus inicios, Jim buscó a George Breitman, uno de los editores principales de la serie de escritos de Trotsky de la editorial Pathfinder; Breitman, junto con otros viejos cuadros, fue expulsado del SWP de Jack Barnes en 1984. Con su ayuda, la PRL empezó a compilar los escritos de Cannon de los años veinte, una labor que con el tiempo condujo a la publicación del libro James P. Cannon and the Early Years of American Communism (James P. Cannon y los primeros años del comunismo estadounidense, 1992), que Jim coeditó. Un memorándum de la PRL basado en las notas de Jim contrastaba este ejemplo de colaboración con oponentes dentro del movimiento obrero con el historial del estalinismo:

“Según todos los recuentos históricos, el estalinismo destruyó el marco moral y político del viejo movimiento radical, en el que anarquistas, marxistas, sindicalistas, cooperativistas e incluso partidarios del impuesto único trabajaban juntos en cuestiones de interés mutuo. Una de las cualidades más venenosas del estalinismo, y es bastante absoluta, es la convicción de que si tienes un desacuerdo político serio con alguien, no puedes darle la hora, mucho menos la referencia a un viejo documento”.

En este espíritu, Jim también ayudó personalmente a darle documentación y comentarios al historiador Bryan D. Palmer cuando éste trabajaba en su obra James P. Cannon and the Origins of the American Revolutionary Left, 1890-1928 (James P. Cannon y los orígenes de la izquierda revolucionaria estadounidense, 1890-1928).

Jim concibió (si no coeditó) la mayoría de los boletines, aunque no todos, de la Prometheus Research Series basándose en sus años de investigación y reflexión. Esto también fue el caso del segundo libro de la PRL, Dog Days: James P. Cannon vs. Max Shachtman in the Communist League of America, 1931-1933 (Días perros: James P. Cannon contra Max Shachtman en la Communist League of America, 1931-1933; 2002). Jim había oído rumores de esta batalla fraccional desde sus tiempos en la organización de Shachtman, pero le tomó años conseguir los documentos clave. Jim se dio cuenta de que, pese a la ausencia de cualquier diferencia programática de principio, aquella lucha temprana entre Cannon y Shachtman presagiaba su batalla de 1939-1940 en torno a la cuestión rusa. Fue un ejemplo temprano del impresionismo pequeñoburgués que llevaría a Shachtman a romper con el trotskismo. Y demostró el compromiso de Cannon con la integridad programática y la centralidad proletaria.

“Nosotros, los de la vieja generación...”

Alguna vez Dick Fraser escribió que Robertson había hecho suyos “los peores aspectos del cannonismo y el shachtmanismo”. Jim habría querido que Fraser se estuviera refiriendo a la intransigencia política de Cannon y a las prácticas organizativas relajadas y democráticas de Shachtman. Pero sabía que no era así. Pese a sus diferencias políticas, Robertson y Fraser siguieron siendo amigos y colaboradores políticos, particularmente en la lucha por la liberación negra, hasta la muerte de Fraser en 1988. Dos años después, produjimos un boletín de la PRS con una selección de sus obras como homenaje.

Otros oponentes irreconciliablemente hostiles solían presentar a Jim como un megalómano enloquecido rodeado de incondicionales y secuaces. Entre éstos estaba Tim Wohlforth, que contrastaba su propio supuesto estatus de líder marxista con el de Cannon, a quien consideraba un vulgar “rompeventanas”. La mal llamada Bolshevik Tendency (Tendencia Bolchevique), un grupo iniciado por ex miembros resentidos, se unió al coro. La malicia subjetiva que anima a la BT quedó de manifiesto en su acogida a Bill Logan —un sicópata social y sexual que expulsamos en nuestra I Conferencia Internacional— como su líder.

Lo cierto es que Jim nunca aspiró a ser “el líder” y siempre tuvo muy claro que estaba a la sombra de Cannon. Como lo puso en la conmemoración de Cannon, Jim sabía que él, y nosotros, no podíamos esperar en el aislamiento nacional a que alguien diera un paso adelante y dijera: “yo puedo hacerlo”. Así que tomó el toro por los cuernos. Y no lo hizo solo, sino mediante una lucha continua por forjar una dirección colectiva.

Contra los que se presentan como líderes del “cien por ciento”, incapaces de tolerar cualquier correctivo o crítica, Jim argumentaba que sería bastante bueno tener razón el 70 por ciento de las veces. Jim solía decir que “el partido vuela con dos alas”, subrayando el valor de los camaradas en las alas izquierda y derecha del partido.

También le gustaba citar el ruego de Oliver Cromwell: “Os imploro, por las entrañas de Cristo, pensad que es posible que estéis equivocados”. Y cuando el partido se equivocaba, Jim insistía en que nos corrigiéramos públicamente. Otros, particularmente los de la escuela del “líder máximo”, toman esto como un signo de debilidad y desconcierto. En cuanto a nosotros, reconocemos que admitir los errores propios con franqueza es, como decía Lenin, “lo que caracteriza a un partido serio” que busca tanto aprender de sus errores como impartir esas lecciones al proletariado.

La política revolucionaria es, como decía Cannon, “una devoradora de hombres”. Contra viento y marea, el camarada Robertson persistió en la lucha por forjar un partido leninista. Y pagó un precio. Para aliviar el estrés y superar su gran timidez personal, bebía, y mucho. A finales de los años ochenta, ya estaba también muy consciente del impacto que su propio envejecimiento tendría en sus propias capacidades políticas para fungir en la dirección central del partido. Solía hablar del “síndrome de Rickover”, refiriéndose al almirante de la armada estadounidense Hyman Rickover, quien fue obligado a jubilarse a los 82 años tras haber estado a punto de hundir el submarino nuclear USS La Jolla durante sus pruebas de mar en 1981.

A principios de los años noventa, Jim y su familia se mudaron a California, lo que él describió como un semirretiro. Sin embargo, aun alejado de la dirección administrativa del partido, siguió siendo central en la definición de nuestra línea política internacional y nuestra propaganda, así como en las luchas internas en la LCI. Cuando el alcoholismo amenazó su salud, dejó de beber, y luego dejó de fumar. Esto le dio a Jim, y a nosotros, unos 25 años adicionales de su vida y de su experiencia política. En ese periodo, buscó transmitir las lecciones que había aprendido a líderes más jóvenes del partido.

En una clase interna de 1977 sobre la historia del partido Jim señaló:

“La razón por la que enfatizamos nuestra continuidad con el comunismo y el trotskismo internacionales es que es tan poca... Es tan endeble esta continuidad, camaradas. Y me parece y siempre me ha parecido que ser un buen comunista requiere dos componentes, ambos necesarios. Uno es similar a los estudios universitarios, que es el dominar los textos: saber, leer, estudiar, tener a la mano los precedentes históricos aprendidos de los libros. Y el otro es análogo al programa de aprendiz, donde uno aprende trabajando bajo la dirección y supervisión de quienes saben más que uno. Y, sin elementos de ambos componentes, no creo posible construir un partido bolchevique sin tener que empezar de cero, lo cual es poco probable”.

La dirección fundadora de la SL tuvo la ventaja de entrar a escena en un momento en el que la sociedad en Estados Unidos y el resto del mundo estaba hirviendo en luchas sociales. La generación actual tiene que luchar por perseverar en un clima político que, desde la destrucción contrarrevolucionaria de la Unión Soviética en 1991-1992, ha estado abrumadoramente definido por una sequía de luchas de clase y sociales y un gran retroceso en la conciencia.

Una de las citas favoritas de Jim era de una charla que Lenin dictó en enero de 1917, cuando dijo: “Nosotros, los de la vieja generación, quizá no lleguemos a ver las batallas decisivas de esa revolución futura”. Al cabo de un mes, la Revolución de Febrero abrió el camino para que Lenin y el Partido Bolchevique intervinieran en una lucha política que culminaría en la Revolución de Octubre. Aconsejando a los camaradas jóvenes que no se dejaran engañar por supuestos marxistas que nos denuncian por carecer de perspectivas inmediatas, Jim subrayaba: “No se preocupen demasiado por la perspectiva inmediata, ¡porque no sabemos qué va a pasar en febrero! ¿Cuál es su programa? Ésta es la cuestión decisiva”.

—Traducido de Workers Vanguard No. 1162, periódico de la Spartacist League/U.S., 4 de octubre de 2019.